Con el constante cambio en las tecnologías informáticas, hay que evaluar permanentemente las decisiones que se toman en cuanto al aprovisionamiento de tecnologías informáticas y validar periódicamente las decisiones tomadas.

Los avances en la tecnología informática y en las necesidades de las empresas hacen que la respuesta a la decisión de desarrollar aplicativos o comprarlas hechas, cambie con el paso del tiempo.

En los comienzos de la era informática, no quedaba alternativa, había que desarrollar porque simplemente no había aplicativos para comprar, o los que había costaban más que la misma empresa donde se pensaban implementar. Los «productores» de software en los años ochentas estaban concentrados en hacer software para que los equipos funcionaran, es decir, que se hicieran las sumas y restas correspondientes, que pudiera almacenarse la información de forma confiable, que se pudieran conectar dos equipos, algo que hoy llamamos el Sistema Operativo o el software básico dentro de un equipo.



El software aplicativo, el que le iba a dar la posibilidad de mejoramiento al negocio, ese se tenía que hacer al interior de la compañía. Inclusive sin herramientas, sin metodologías, sin nada de lo que hoy se tiene porque era una actividad que iba surgiendo apenas. A finales de los años ochentas surgió la carrera de «Ingeniería de Software» en las universidades, entregando unos métodos, parámetros y formas de construir aplicaciones en una forma efectiva.

Surge luego un movimiento fuerte de generación de aplicaciones que hacían de la compra de unos computadores (en aquella época no se hablaba de «servidores») para procesar la información corporativa pudiese tener resultados prácticamente que de inmediato. Ya estaba el software listo y era no mas cargar la información de la empresa para empezar a tener los resultados. El software era para tareas básicas como la contabilidad y la nómina, y no se hablaba de «integración» porque no había nada que integrar. Se compraba la mejor aplicación para cada una de las funciones que se iba a desarrollar.

Surgen luego más aplicaciones para toda la cadena del negocio, surge el movimiento de la Calidad Total y la Reingeniería y con ellos la necesidad de pensar en procesos y no en departamentos. Se exige entonces en las aplicaciones que estén desarrolladas y orientadas para soportar procesos. En este orden de ideas, las aplicaciones existentes no cumplían con su propósito, y el proceso de «integración» sería titánico, no solo por la labor, sino por las limitaciones en la tecnología.

De ahí el surgimiento de soluciones ya integradas como los ERP, que le permitían a la empresa resolver el problema de integración. Se avanza también en el desarrollo de herramientas de base, como las bases de datos para el almacenamiento y manipulación de la información, surgen los conceptos de servidores y clientes, y del software distribuido. Hacer la integración al interior de la compañía se consideraba tarea imposible, sobretodo en el tiempo que se requería, además de la falta de «estándares» que permitieran hacer estas conexiones que le permitieran a la empresa agilidad y flexibilidad en el desarrollo de su negocio. Se sacrificó funcionalidad en cada una de las aplicaciones en aras de la integración entre ellas.



Hoy tenemos un desarrollo muy avanzado de la tecnología, donde el énfasis ha sido la colaboración y la generación de información por múltiples fuentes, cada una dentro de su plataforma. Se cuenta con un amplio desarrollo en el tema de comunicaciones, no solo en el ámbito tecnológico sino también en el económico, permitiendo que cualquier empresa, por pequeña que sea, pueda tener acceso a las tecnologías informáticas existentes. Hay estándares para todo, todo se conecta con todo, y casi de forma automática.

Los avances en las tecnologías que se nos presentan hoy vuelven a poner sobre la mesa la imperiosa necesidad de decidir entre si comprar las aplicaciones ya integradas sacrificando un poco de funcionalidad, o si podemos darnos el «lujo» de tener la mejor aplicación en cada una de sus categorías (contabilidad, servicio al cliente, manufactura, distribución) e integrarlas al interior de la compañía.

Hay desarrollos estandarizados de tecnología que facilitan esta integración, como los WebServices, o los buses de integración a través de elementos comunes de comunicación.  Sin embargo, no deja de requerir experiencia en el diseño apropiado de estos elementos de tal manera que no afecten el desempeño de las soluciones.

Además ya la integración no es solo al interior de la compañía sino con soluciones externas, como los mapas de Google,  la red de telefonía celular, las redes sociales, y hasta los asistentes virtuales.



Se torna más difícil la decisión pero el requerimiento sigue siendo el mismo, por lo que podríamos sugerir que la tendencia indica la «compra» de integración al nivel transaccional interno, y el «desarrollo» de integración con las tecnologías que van surgiendo.

Eventualmente, como el ciclo se repite, en varios años ya las aplicaciones con integración adquirida habrán integrado las tecnologías que hoy están surgiendo de manera independiente. no se concibe hoy una aplicación que no sea capaz de interactuar con el sistema de correo electrónico de la empresa, ni el manejo de código de barras para el manejo del inventario, algo impensable hace diez años. Se exige también que la base de datos de clientes interactúe con los mapas de Google, y con sistemas de georeferenciación, para trazar rutas de visitas, o mejoramiento de la efectividad en las zonas.

Usted decide cuando necesita la integración, si ya, o cuando los proveedores la incorporen!

 

 

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