Ya están conformadas muchas comunidades en Internet, y nos invita a cambiar de paradigma del beneficio particular a privilegiar el beneficio del grupo, que se retribuye al final para ser también beneficio particular.
La primera disculpa que oíamos hace unos años para poder explotar las bondades de Internet, era que no todos estaban conectados, o más bien, que eran muy pocos los que estaban conectados. Hoy creería yo que muy buena parte de la comunidad que se quiere conectar lo puede hacer.
Los precios han bajado a niveles razonables desde que se inició esta conectividad a Internet, y las tecnologías han avanzado también a pasos agigantados. La creación de contenidos tal vez es la que mas rezagada se ha quedado, pero viene también a pasos galopantes.
El concepto de la Web 2.0 permitió la creación de redes sociales y con ello la construcción de comunidades, la unión de grupos de personas utilizando la tecnología, en torno a un objetivo común, o un tema común. La familia para conectar los que están físicamente dispersos, o los fanáticos de fútbol en un grupo privado.
Uno de los grandes “poderes” que otorga las redes es la posibilidad de compartir fácilmente cualquier contenido y cualquier información con el grupo de personas que se quiera, o con todo el mundo. Esto ha sido hasta abusado por gente que, haciendo caso omiso a los derechos de autor y a la propiedad intelectual, comparte información en la red, en algunos casos alegando que debe haber libertad en el acceso y difusión de la información. No pretendemos aquí discutir sobre el tema, sino ilustrar como se comparten música y películas por ejemplo.
En estos sitios, en particular los que operaban como servidores de torrents, se catalogan los “usuarios” como seeders (sembradores) o leechers (sanguijuelas), para identificar los que aportan contenido, y los que solo se aprovechan de él. Esto nos permite ilustrar el primer punto que queremos hacer. Para que el efecto de comunidad sea importante, se requiere que se aporten los contenidos y la información pertinente para esa comunidad. Este concepto se ha trasladado a las plataformas de contenido como TripAdvisor donde se incorporan recomendaciones de turismo, hoteles, restaurantes, y stios para visitar.
Son tan pocos los que aportan información, que el éxito está en tener sistemas que aporten la información automáticamente. Y aquí viene a colación el ejemplo de una aplicación que hace exactamente eso. Waze, herramienta para los dispositivos móviles que permite a través del uso de mapas y tecnología de posicionamiento global (GPS), indicar las rutas que usted debe seguir de donde se encuentra a dónde quiere llegar.
Este sistema no solo indica la ruta a seguir, sino que además, utilizando la información de los celulares de las personas que las tienen instaladas, puede saber la velocidad promedio a la que se está moviendo el tráfico en las diferentes rutas. Ahí está lo interesante de este enfoque. Nadie tiene que aportar ninguna información ni medir nada para poder sugerir rutas. El sistema automáticamente calcula la velocidad a la que va el vehículo y sabe donde se encuentra, por lo que si varios vehículos en la misma ruta tienen una velocidad lenta, pinta de rojo la calle y le recomienda una ruta alterna.
Adicionalmente hay información que pueden ingresar los usuarios (seeders) para beneficio de todos los demás (leechers). Información como la presencia de una cámara de multas, policía de tránsito, un accidente en la vía, etc. La utilidad del sistema aumenta en la medida que esta información se va adicionando al banco de información.
Un ejemplo de aplicación del concepto es la liberación de un programa para computador en “beta”, es decir, sin terminar, para que un gran número de personas lo prueben y reporten los errores. Aquí se acorta de manera considerable la curva de aprendizaje y el proceso de corrección de errores.
En una nota más personal, hace un par de años me invitaron a participar en un grupo cerrado de Facebook, donde solo hablamos de Fútbol. A pesar que somos aproximadamente 350 miembros, la cantidad de información que inunda el muro del grupo es impresionante. 350 fanáticos del deporte agregando vídeos de goles, noticias sobre las últimas transacciones y fichajes, entrevistas a los jugadores y técnicos, y hasta una que otra imagen de antaño.
Para este artículo hice un ejercicio solicitando sitios Web y Apps que las personas utilizaran para consultar información de fútbol, generando en menos de dos horas, un acopio importante de los dos. 350 personas más se beneficiaron de toda la información aportada por cada uno de los miembros del grupo. Hoy hacemos encuestas, jugamos ligas de fantasy, y hasta hemos efectuado encuentros físicos de los miembros del grupo! Ni se diga de la cantidad de comentarios que genera cada partido de la selección de un país!
Agreguemos a esto el efecto de «encierro» y «aislamiento» al que nos hemos visto expuesto por cuenta del Covid-19. Las redes sociales explosionaron en su utilización como medio de comunicación, ya no solo para temas personales sino también comerciales, de entretenimiento y laborales. Las aprenciones que pudieran haber hacia el uso de las redes para prácticamente «lo que sea», se borró con la necesidad de contacto asi fuese virtual.
Reitero, la clave está en la motivación para que los miembros aporten el contenido, interactúen y mantengan vivo el interés por lo que la comunidad podría ofrecer, algo difícil de hacer entre los hispanohablantes, que somos más consumidores, que proveedores. Nos toca cambiar de paradigma del beneficio particular al beneficio del grupo, que se retribuye al final para ser también beneficio particular. ¿Se le ocurrió alguna idea para utilizarla en su empresa?