¿Deberíamos dejarnos agobiar por las prevenciones hacia los perjuicios de la inteligencia artificial, o abrazarla para explotar sus beneficios?

​Cada vez que aparece una nueva tecnología con características distintas y alto potencial disruptivo, sucede algo similar: hay que regularla o prohibirla. Sin embargo, las regulaciones siempre vienen tardíamente, inclusive cuando ya el problema es otro distinto al que se está regulando, y la prohibición no hace más que aumentar el “deseo” de usarla.

No hay tecnología que se escape a este predicamento: los computadores reemplazarían a las personas, hay que tener cuidado. Efectivamente así fue, y lo que generó fue la necesidad de unas nuevas competencias en el personal, para que, utilizando las computadoras, pudiera hacer su trabajo más efectiva y eficientemente.

Los teléfonos celulares son un despropósito. Está rompiendo vínculos familiares y dañando relaciones, dicen. Sin embargo, hoy prácticamente todo está a un clic con un dispositivo móvil. La llamada de emergencia por una ambulancia, el pedido de la cena para el domingo, o el cierre de un negocio importante mientras estamos en movimiento.



Y ni que decir de las redes sociales, las “falsas noticias” (o mentiras, más bien), la despersonalización de las relaciones. Si, todo esto es válido, pero tambien la posibilidad de mantenerse en contacto con personas que están remotamente ubicadas es un excelente beneficio, además de la construcción colectiva de conocimiento a través de grupos temáticos en las redes.

Pareciera que la prohibición surge cuando tenemos “pereza” de hacer lo necesario para que la tecnología aporte sus beneficios y se reduzcan sus riesgos, o cuando hay un altísimo desconocimiento inclusive de “qué es eso”.

Ahora tenemos ejemplos por doquier con la inteligencia artificial. Inclusive se lee en algunos artículos que herramientas como OpenAI (inteligencia artificial abierta) va a dejar obsoleto el uso de buscadores tradicionales como Google, y que Microsoft está invirtiendo fuertes sumas de dinero en OpenAI para incorporarlo a su buscador.

Importante hacer un alto aquí para definir “inteligencia artificial” como la conocemos hoy. En pocas palabras, es la tecnología que se aplica cuando una máquina adquiere funciones cognitivas que normalmente se le asignan a los humanos, como darse cuenta del entorno, tomar decisiones de manera autónoma, o resolver problemas.

Hay muchos ejemplos de aplicación hoy, desde el Chat-GPT que ha causado tanto furor que es dificil encontrar un momento del día donde no esté saturado, hasta la toma de decisiones automáticas en sistemas de gestión, como otorgamiento de créditos o aprobaciones de arrendatarios.

Otras mas novedosas como la construcción de una imagen a partir de un texto, o la generación de la intersección de dos imágenes separadas que la hacen parecer como dos contiguas, generación de artículos y textos completos a partir de un par de ideas, o guiones para películas a partir de una idea central.



La rueda le quitó trabajo a los cargueros, los vehículos de carga a las mulas, los aviones a los camiones, y así. Al final, por más que se quiera regular, son cambios que se generan a partir de las innovaciones y que terminan asentándose en todas las personas.

Hoy tenemos más teléfonos celulares que personas, hay mas de la mitad del mundo conectado a las redes sociales, y empezamos a utilizar la inteligencia artificial casi que sin darnos cuenta (arreglando fotos que nos quedan borrosas, o quitando el fondo de las mismas, por ejemplo).

No creemos que la prohibición sea el camino, como no lo ha sido en múltiples tecnologías nacientes. Mas bien estudiar las posibilidades, ver los riesgos, mitigar los que se puedan mitigar, y educar en el uso adecuado de la herramienta, para aprovechar todos sus beneficios.

¿Qué hay muchas preguntas por resolver? Efectivamente, como en todo lo nuevo, siempre hay vacíos, temas por resolver, como, por ejemplo, si la generación de un artículo a partir de contenido almacenado en una herramienta de inteligencia artificial viola los derechos de autor. Con el tiempo, tendremos inteligencia artificial embebida en muchas de las actividades diarias, tanto personales como profesionales. Es mejor ir aprendiendo a usarla, que prohibirla.

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