Las tecnologías digitales tienen cada vez más la particularidad de su facilidad de uso. Mucho se ha trabajado en la parte técnica para que cualquier persona teniendo claro lo que quiere hacer, lo pueda hacer. Y esto no es nuevo, es parte de un proceso de varias décadas ya para llevar a todo el mundo, de una manera muy fácil, el uso de las tecnologías digitales.
Cualquier persona que use un navegador de Internet hoy, es capaz de usar buena parte de las aplicaciones disponibles. Y quienes no sepan como usarlo, en menos de 10 minutos se imparten las instrucciones básicas para abrir una dirección, ir atrás y adelante en las páginas, y hasta buscar en uno de los buscadores de Internet.
Esta facilidad de uso, si bien es muy interesante desde el punto de vista del usuario final, ha generado la creencia que tener éxito aplicando las tecnologías digitales a los negocios también se puede hacer en 10 minutos. Se le suman un sinnúmero de aplicaciones gratuitas, que permiten reducir la barrera de costo para tener acceso a estas tecnologías sin mayores erogaciones.
Para ser efectivo en la aplicación de estas tecnologías, lo más importante deja de ser la tecnología. Sigue siendo, como en cualquier idea de negocio, la idea misma y su puesta a punto. Es indispensable tener clarísima la idea de negocio que se quiere desarrollar para luego poderle poner la tecnología requerida y así tener éxito en este proceso, éxito definido como el logro de los objetivos planteados.
La definición de la idea para llevarla al máximo nivel de claridad implica tener estipulado los objetivos que se quieren lograr con la idea y cómo se medirán estos objetivos para ver que si se avanza hacia el logro de los mismos.
El ciclo de calidad de Planear, Hacer, Medir, y Actuar también se aplica para las incursiones con tecnologías digitales. La planeación concluye con la estructuración clara del objetivo, y el diseño de estrategias para lograrlo. El hacer implica ejecutar precisamente esas estrategias, y el medir y el actuar son actividades de ciclo permanente entre sí para ajustar las estrategias y lograr el objetivo.
Si queremos hacer un sitio en Internet para dar a conocer nuestros productos, el alcance es muy distinto a si queremos generar ingresos mediante la venta de nuestros productos por Internet. La primera llega hasta facilitar la publicación de nuestro catálogo y tal vez un formulario donde el interesado pueda pedir mayor información. En el segundo objetivo hay que incluir además un carrito de compras, medios de pago y tener logística de despachos para poder garantizar el cumplimiento de este objetivo.
Es importante tener en cuenta que lo que le “funciona” a uno, puede ser el peor error para el otro. Las razones por las cuales se implementan tal o cual tecnología en una empresa pueden ser completamente distintas a la implementación de la misma tecnología en otra empresa.
Si tomamos el ejemplo anterior. La primera idea puede ser de un mayorista que necesita dar a conocer a sus vendedores y distribuidores, a través de Internet, las nuevas colecciones. Los pedidos los hacen por los canales tradicionalmente establecidos para esto, razón por la cual no requiere el resto de las tecnologías e infraestructura, y sería un despropósito incluir un carrito de compras y medios de pago. La segunda, la tienda virtual, si requiere de toda la tecnología, sino el objetivo no se cumpliría.
Es la definición clara de la idea y de sus objetivos el punto de partida, no la facilidad de uso de la tecnología, que si bien es fácil de implementar, requiere labor para lograr con ella los objetivos estipulados. No aplique tecnología en ideas con “huecos” que terminará siendo solo un problema más a resolver. Tenga primero clara la idea.